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Desde 2018 hasta la actualidad, el Junior de Barranquilla ha tenido una tendencia preocupante al fichar jugadores que no encajan en el perfil de la institución. Estos refuerzos, lejos de marcar una diferencia, han aportado poco al equipo, terminando como meros complementos en la nómina y cobrando salarios elevados sin justificar su presencia en el campo. Un caso emblemático es el de Alberto 'El Mudo' Rodríguez, el defensor peruano que llegó al Junior aparentemente más enfocado en descansar de cara al Mundial de Rusia 2018 que en aportar al club. Años después, él mismo confesó que su principal motivación para aceptar la oferta fue la parte económica, un reflejo de los problemas estructurales en la política de fichajes del equipo.
Peor aún es el caso de aquellos jugadores que, pese a recibir múltiples oportunidades, son incapaces de replicar el buen nivel que mostraron en otros clubes antes de llegar a reforzar al Junior. Estos jugadores terminan bloqueando el desarrollo de los canteranos y frustrando las expectativas de los aficionados. Ejemplos como Marco Pérez, Léider Berrío y Brayan León ilustran esta problemática. Son futbolistas que no logran justificar su fichaje y que en muchos casos, ni siquiera estaban en el radar del club antes de su llegada, como fue el caso de José Carlos Muñoz.
Además, algunos de estos refuerzos no parecen preocuparse por los resultados del equipo, mostrando una falta de sentido de pertenencia y respeto hacia la institución que les paga. Ni siquiera ante un llamado directo de Fuad Char, quien a principios de este semestre les pidió una arenga en busca de mejores resultados, se ha notado un cambio en su actitud o compromiso con el Junior de Barranquilla